jueves, 27 de mayo de 2010

Leo los diarios y me angustio...

Semanas agitadas, el mundo se hace demandante y respondo contenta, aunque me va quedando poco tiempo para mi, para el silencio. Ahora siento que lo necesito. Cada cierto rato, necesito volver a casa a cobijarme, a retomarme, a recuperar fuerzas… y ahí estoy. A veces la casa esta apacible y soleada, a ratos desordenada y sin barrer, las cosas están repartidas por todas partes, mucho papel, mucha ropa sin colgar, mucho correo sin abrir… En esos momentos ya sé qué ha pasado. He estado reactiva, activa a responderle al mundo, sin pasar por mi.

Llega el tiempo del no hacer. Fin de semana para descansar. Decido leer, quisiera leer una novela o perderme en libros meditativos que me conectan con lo mejor de mi alma, pero antes debo leer el diario, porque tampoco lo he visto en la semana… reconozco una autoimposición, quizás oigo a mi padre o ex marido diciéndome “cómo no vas a leer el diario!” y ahí estoy mecánicamente intentado encontrarle algo que no me podía perder….pero no, confirmo lo que ya sabía: no me ha aportado nada nuevo. Aunque, un momento, estas últimas veces, si. Me doy cuenta que cuando lo leo me angustio; me queda un dejo amargo y una sensación incómoda.


Me angustia leer los diarios porque veo que nuestro país querido no cambia o bien los abismos se hacen cada vez más infranqueables. Mientras las páginas de noticias siguen informando de cifras del duelo, daños y enormes pendientes en la zona de catástrofe, otro Chile, otras gentes siguen viviendo un mundo de ilusión y frivolidad que agrede. Las paginas sociales aumentan día a día mostrando el último desfile de modas, la gala o lanzamiento del último producto cosmético o juguete electrónico para adultos, donde todos lucen sonrientes, satisfechos en su riqueza, comodidad y su inconciencia. El mundo de luces de “ricos y famosos”.

Luego, los avisos. Me rebela ver esas mismas empresas que llenaron las cámaras de tv o páginas enteras de los diarios haciéndose autobombo sobre todo lo que ayudaban, con fotos, lienzos y camisetas con logos; abrazados a autoridades o figuras televisivas, también con parkas o uniformes solidarios…con esos equívocos llamados de “ si ud compra uno nosotros damos otro”…(nunca entendí porque su donar está siempre condicionado a ellos hacerse más ricos). Esas empresas que lloraron con los afectados, para la foto, hoy ya se olvidaron o no tienen pudor en volver, a recién tres meses del horror, a gastar millones en catálogos que ofrecen lo último en productos sofisticados y carísimos, todos prescindibles, pero vendidos como que debemos comprar, si queremos seguir subsistiendo y ser felices.
Toda una perversidad disfrazada en crear necesidades e ilusiones efímeras asociadas por cierto al alma colectiva, como en el caso del mundial x ejemplo. (Como si los últimos mundiales no los hubiéramos podido ver en las TV que teníamos, ahora no será posible si no es en un LCD o plasma, el más caro, el mejor y en más cuotas. )

Entramos todos en esta especie de intoxicación o anestesia colectiva, donde la oferta más barata de aquellos maravillosos productos, implican al menos dos sueldos mínimos completos, o sea dos meses de vida de una familia…suponiendo que tenga trabajo.

Ahí me angustio y siento un dolor profundo por nuestro país, por nosotros. Quizás soy muy idealista pero aun sueño con un país con una real cultura solidaria, con verdadera responsabilidad social (ese nuevo término con que tranquilizan las conciencias las grandes empresas). Si viviéramos profundamente la solidaridad, al menos por este año esas empresas, esos jefes de marketing, esos publicistas mandados por sus gerentes, podrían ser más cuidadosos, menos ofensivos y agresivos en su codicia, más respetuosos del dolor, de la gente que sigue sufriendo y lo perdió todo. Se olvidan que hay personas que pueden tener alimentos pero no tienen cubiertos ni platos; que hay muchos que no sólo no tienen el colchón rosen invierno/verano, sino que no tienen donde dormir; o en vez de la super lavadora multitodo, ni siquiera tienen agua. Ejemplos hay infinitos. Sin duda los “Días de la casa” o “la Casa de Chile” lo que necesitan ofrecer son otras cosas…
Su misión es vender ya sabemos, pero al menos podrían ser más delicados, más modestos en su oferta o en sus gastos, asumiendo otros valores. Pero no. El reino del mercado tiene que seguir ganando y los medios siendo sus cómplices e imponiendo su distorsionada agenda valórica, aunque sigan los muertos en el camino

Me duele..., me duelen esos abismos, esa desigualdad. También ver esa rapidez para barrer debajo la alfombra y hacer arreglos y caridades más para el marketing, cumplir metas que más parecen slogans que construcciones humanas, todo rapidito, sin fundamentos ni una reflexión profunda y responsable sobre qué nos pasó, primero a cada uno internamente y luego como país… dónde queremos seguir yendo…por qué nuevos valores nos queremos jugar.

Nuestra mente, nuestra conciencia condicionada y “ordinaria”, como llaman los orientales a la mente mecánica, nos hace seguir dando vueltas en la rueda como hamsters….nos caemos un rato y luego confundimos el normalizar la vida con seguir “haciendo más de lo mismo”, sin aprender nada, sin tomar la oportunidad de transformarnos.

Me angustia leer los diarios… pero ya no por las noticias del desastre sino por las otras, esas imágenes y eventos que muestran la cultura del “éxito”, el poder del dinero, y el “que ya está todo bien y todo volvió a la normalidad”… sigamos la fiesta, negando el dolor, llenándonos de ruido y cosas para tapar el vacío que deja la comodidad y la pseudo seguridad. ….Sigamos consumiendo, consumiéndonos…

El tema es que en esas imágenes, en esa cultura, en esa contradicción, también me encuentro yo y eso es lo que tengo que resolver…

jueves, 13 de mayo de 2010